Pero… los hechos superaron a los simulacros cuando poco después de las 13 hrs. tembló la tierra con magnitud 7.1 y con epicentro en los límites de los estados de Morelos y Puebla, a cerca de 120 km de la Ciudad de México (1), por lo que los daños fueron enormes y en este momento aún no se tiene una cuenta definitiva del número de víctimas porque las brigadas de voluntarios continúan trabajando en diversos sitios, tanto de la capital del país como de los estados de Morelos, Puebla, México que se sumarán a las víctimas y daños del anterior sismo del 7 de septiembre en Oaxaca, Guerrero y Chiapas.
Como en otras ocasiones (y particularmente en 1985) la sociedad civil ha respondido con gran solidaridad y velocidad a las necesidades de ayuda de los damnificados. La respuesta gubernamental ha sido rebasada por la magnitud del desastre y los ciudadanos se han organizado por sí mismos para las labores de rescate.
La ayuda todavía es insuficiente especialmente en las zonas rurales, pero ya está fluyendo a través de centros de acopio que se han creado por organizaciones civiles y por los gobiernos municipales, estatales y federal. Pero es claro que el empuje más importante proviene de la sociedad civil, con el apoyo de miles de voluntarios que han ido rescatando a niñ@s en escuelas derrumbadas, a mujeres y hombres en edificios colapsados y que en todo el país están reuniendo ayuda en forma de medicinas, alimentos, herramientas, etc.
Poco a poco ha ido creciendo la conciencia entre los ciudadanos de que serán necesarios miles de millones de pesos para la reconstrucción de casas, edificios públicos y privados, hospitales, escuelas, fuentes de trabajo, monumentos históricos, etc.
Simultáneamente va creciendo la molestia en relación al proyecto de presupuesto federal de egresos 2018, en el cual el Instituto Nacional Electoral (INE) solicita 25,000 millones de pesos mexicanos (aprox. 1,500 millones de US Dlrs) que incluyen recursos para los partidos políticos y para el propio INE (2), para organizar las elecciones el año próximo. También crece el clamor popular para que ese presupuesto se use para la reconstrucción del país en lugar de utilizarlo para las elecciones.
Dicho en otras palabras: la solidaridad entre los ciudadanos abre paso a acciones políticas impensables hace apenas unos días cuando se discutía la iniciativa ciudadana de ley conocida como #SinVotoNoHayDinero, la cual quedó aprobada en Jalisco, pero no fue aprobada a nivel federal. Ahora ante las consecuencias de los desastres naturales, los ciudadanos estamos revalorando nuestras prioridades y con ello las prioridades del presupuesto federal de egresos 2018.
La respuesta de la sociedad civil y su capacidad de organización autónoma de las autoridades se convirtió en “caldo de cultivo” de otras acciones que ya no son solamente el rescate de personas damnificadas, sino el rescate de nuestro país que es un damnificado a causa de las acciones y las omisiones de los políticos corruptos que nos gobiernan.
Tal como pasó en 1985, conforme pasan los días, las posibilidades de rescatar con vida a las personas sobrevivientes entre los escombros, disminuyen hasta que la esperanza de vida se extingue. ¡Precisamente por eso urgen las acciones de rescate! También los voluntarios se cansan y eventualmente tienen que regresar a sus labores normales por lo que necesitan relevo y disminuye la donación de víveres y medicinas que obliga a mayor esfuerzo para obtenerlos. Es entonces cuando los recursos públicos (DE NUESTROS IMPUESTOS) son indispensables y es cuando los legisladores deben aprobar partidas presupuestales especiales para la reconstrucción.
Pero el malestar social acumulado por la corrupción y la ineptitud de los gobernantes, sumado a la lentitud de respuesta de las autoridades ante el desastre, dejará una profunda huella que muy probablemente se manifestará en un “terremoto político” empezando por la exigencia del cambio en el presupuesto 2018 y continuando con las elecciones federales, estatales y municipales, en las cuales seguramente se cobrarán todos los agravios acumulados.
¿Quién o quiénes serán los beneficiados por ese “terremoto político”?
La respuesta dependerá de lo que haga o deje de hacer lo que hemos llamado la “sociedad civil”, es decir aquell@s mexican@s comunes y corrientes que respondimos ante un desastre natural con solidaridad y responsabilidad y que ante la emergencia política también podemos responder libremente sin ser manipulados por corruptos. En pocas palabras, los beneficiarios debemos de ser nosotr@s l@s ciudadan@s.
La historia nos juzgará…
Autor: Rodrigo Diez de Sollano
Twitter: @DeSollano
Fuentes de Información
1. Servicio Sismológico Nacional-UNAM-19sep2017
2. Instituto Nacional Electoral-agosto2017