Muchas personas consideran el campo y más específicamente el financiamiento de proyectos productivos en el campo mexicano como un “barril sin fondo”, “una pérdida de tiempo y de dinero”. Opinan que es preferible utilizar los recursos públicos como subsidios directos y no como créditos, porque según su criterio a final de cuentas los créditos se acumularán como cartera vencida, como sucedió con Banco Ejidal y Banco Rural. De alguna manera tratan a los campesinos como menores de edad que no hacen frente a sus responsabilidades derivadas de créditos, con el argumento que “que es dinero del gobierno”…
Pero no se trata de regalar dinero, sino de promover el desarrollo humano sostenible de los habitantes del campo, utilizando el crédito como uno de los medios para ello.
Para lograr un verdadero Desarrollo Rural de México se requiere urgentemente contar con un sistema de crédito adecuado para cada uno de los tipos de productores rurales. Considerando en forma tentativa tres niveles de campesinos en México: Productores de Subsistencia, Productores Comerciales y Productores de Exportación, en tal caso y tomando prestado el nombre del sistema de cooperativas creado en Jalisco en el año 2000, un “Sistema de Financiamiento Rural Alternativo” (SIFRA) a nivel nacional podría construirse de la siguiente forma:
En la cúspide de la pirámide estarían los productores de subsistencia, quienes se podrían agrupar en cooperativas de ahorro y crédito y en cooperativas de consumo. Estas cooperativas seguirían la metodología ya probada del cooperativismo en México y en muchos otros países. Los productores de pequeña escala obtendrían créditos de su respectiva cooperativa y también podrían vender sus productos y comprar insumos a través de la cooperativa. Las cooperativas también podrían captar ahorro de sus propios socios, para a su vez revertirlo en créditos para sus asociados. Esto requiere desde luego un proceso de capacitación y regulación para que funcione correctamente.
Las cooperativas podrían formar parte de uniones estatales de cooperativas, mismas que podrían recibir créditos de bancos privados o de la Financiera Nacional de Desarrollo Agropecuario, Rural, Forestal y Pesquero (FND) instituciones que actuarían como “banca de segundo piso” para los productores de subsistencia, ya que la atención directa a los clientes (el “primer piso”) serían las cooperativas. También podrían recibir apoyos del Fideicomiso de Riesgo de Riesgo Compartido (FIRCO) para reducir sus necesidades de capital de riesgo, especialmente en proyectos de valor agregado a los productos del campo o para el uso de fuentes de energía renovable.
Por su parte lo productores comerciales obtendrían créditos tanto de la banca comercial como de la FND, que en este caso actuarían como “banca de primer piso”. Para efectos de cubrir sus necesidades de capital de riesgo podrían acudir al Fondo de Capitalización e Inversión Rural (FOCIR), tanto para producción primaria como en proyectos de valor agregado.
Finalmente, los productores de exportación también podrían obtener créditos de la banca comercial y de FND, así como capital de riesgo de FOCIR.
En ninguno de los casos se propone que Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura (FIRA) opere como banca de primer o de segundo pisos. Más bien se plantea la posibilidad de que se transforme en “banca de tercer piso” financiando proyectos del sector agroalimentario a través de FND y de la banca comercial y de FOCIR para no actuar como una competencia directa de estos intermediarios financieros, sino un apoyo para todas los componentes del sistema.
Una de las características fundamentales que deberá tener el SIFRA es que los créditos se otorguen con agilidad. Más vale un crédito a tiempo, que un crédito barato fuera de tiempo porque la naturaleza tiene plazos fijos para preparar la tierra, sembrar, fertilizar y cosechar, etc.
Por otra parte, por tratarse de un asunto fundamental para el sector agrícola se tendría que establecer una importante coordinación entre todas las instituciones involucradas en el tema de financiamiento rural, más allá de la regulación que ejerce por ley la Secretaría de Hacienda. Esta coordinación sería lógico que estuviera en manos de la SAGARPA y al mismo tiempo sería la oportunidad para adecuar sus Reglas de Operación en todo lo relacionado con el financiamiento del sector agroalimentario.
Y contestando la pregunta del título de este artículo: ¡Claro que es viable financiar el campo de México, solamente que hay que hacerlo bien desde el principio!
Autor: Rodrigo Diez de Sollano
Twitter: @DeSollano