jueves, 18 de julio de 2019

¡OOOTRA VEZ... LAS INUNDACIONES!


Tal parece que los mexicanos estamos condenados a tropezarnos con la misma piedra, a repetir los mismos errores y a sufrir las mismas consecuencias sin aprender de las buenas o malas experiencias.

Ya sufrimos los efectos de deforestar con la intención de cambiar el uso del suelo con vocación forestal para hacerlo ganadero o agrícola, lo que provoca tremendas avalanchas de agua, piedras, lodo, troncos, ramas y hojas de los árboles cortados o quemados, destruyendo todo lo que encuentra a su paso.

También experimentamos las consecuencias de la invasión de cauces “secos” suponiendo que nunca más pasaría agua por ahí. La muerte de personas y la destrucción de casas y otras construcciones no han sido suficientes lecciones para que descubramos que no podemos menospreciar a la naturaleza.

A pesar de los avisos de la naturaleza en relación con los ciclos de abundancia y escasez de agua, seguimos desperdiciándola en tiempo de lluvias y sufriendo la falta de agua en el estiaje, pero sin almacenarla en cada casa y en cada edificio.

Los resultados de estos y otros errores incluyen la pérdida de vidas humanas y daños económicos por lo que es urgente que las autoridades municipales, estatales y federales, en forma coordinada preparen y pongan en práctica planes de prevención de desastres, que NO se pueden catalogar totalmente como desastres “naturales” porque los errores humanos suelen ser los disparadores de los daños.

Dichos planes deben incluir por lo menos las siguientes acciones para prevenir y de ser posible, evitar los daños causados por futuras inundaciones:

La localización y restauración de cauces “secos” determinando en cada caso las zonas en las que hay peligro de inundaciones, para desalojar e incluso destruir las construcciones en riesgo. También es probable que los antiguos cauces hayan sido convertidos en calles o avenidas que a su vez se convierten en torrentes cada vez que llueve, por lo que es necesario trazar “mapas históricos” para clarificar como circulaba el agua de lluvia y qué calles sustituyeron a los cauces, para determinar cuáles deben ser devueltas a su función original.

Para ello es necesario observar la topografía del terreno y relacionarla con la circulación del agua en momentos de lluvia o de tormenta, para descubrir cuáles son los obstáculos para el flujo de aguas pluviales. Es muy importante tomar en consideración las superficies que antes fueron permeables para la infiltración de agua de lluvia y ahora están cubiertas de asfalto o construcciones y por ello son impermeables y el agua de lluvia circula sobre las calles.

En esta temporada de lluvias es el momento para estudiar lo anterior para determinar las acciones a realizar en el estiaje, incluyendo apertura y/o limpieza de cauces, construcción de drenajes, creación de lagos artificiales, cambio del pavimento de las calles a otro recubrimiento NO impermeable para favorecer la infiltración del agua de lluvia y reducir el volumen que circula sobre las calles, etc.

En muchos casos será necesario ampliar los cauces que han sido invadidos por las construcciones con el objeto de prevenir futuras inundaciones (pensar no sólo a corto plazo sino a 50 años), calculando el volumen de agua que se puede captar en toda la cuenca tomando en cuenta la topografía del terreno y el régimen de lluvias para determinar el ancho requerido del cauce.

También será necesario crear un fondo municipal y estatal, que opere en coordinación con el fondo federal que ya existe (Fondo de Desastres Naturales- FONDEN) para apoyar económicamente a quienes resulten afectados por las inundaciones, para la construcción en lugares fuera de peligro.

Para poder poner en práctica lo anterior, se requiere una gran campaña de comunicación social para explicar a los habitantes de cada zona afectada directa o indirectamente por las inundaciones, el por qué de las acciones que en primera instancia son dolorosas (por ejemplo la destrucción de casas habitación), pero que servirán por muchos años para prevenir inundaciones, protegiendo vidas y bienes materiales.

Adicionalmente es necesario educar a niños(as) y adultos con relación al buen uso del agua, empezando por no desperdiciarla y no contaminarla con aguas negras, basura, plásticos, etc. ni invadir los cauces con construcciones o convirtiéndolos en drenajes o en basureros municipales.

El tema de la educación sobre el agua es fundamental porque es muy fácil olvidar que en un cauce “seco” por varios años, en el futuro circularán grandes cantidades de agua durante un tiempo muy corto, pero suficiente para causar destrucción, especialmente porque no se puede predecir con precisión cuando sucederá y que magnitud tendrá. Pueden ser períodos de retorno hasta de 100 años, pero lo que sabemos es que va a suceder y que se pueden prevenir los daños antes de que empiece la temporada de lluvias, empezando por limpiar los cauces desde la parte más alta de la cuenca hasta llegar a las zonas donde se acumula el agua, construyendo al mismo tiempo pequeñas represas para reducir la velocidad del agua.

Las inundaciones requieren de acciones en varios niveles, desde atención a problemas urgentes como es el salvamento de personas, pasando luego al suministro de agua potable, alimentos y medicinas, así como alojamientos temporales. Siguiendo por la reparación de viviendas, restauración de las fuentes de empleo, etc.

Por lo que se refiere a la prevención de futuras inundaciones, además de lo dicho anteriormente, hay que considerar que en esta misma temporada de lluvias es posible que sucedan otras inundaciones, por lo que puede ser necesaria la evacuación de ciertas zonas de riesgo. Finalmente, entraría en acción el plan de prevención de desastres de mediano y largo plazo, incluyendo los componentes delineados en este artículo.

Es muy importante hacer notar que los planes de acción de largo plazo como los descritos en este documento, son difíciles de “vender” a los ciudadanos porque las inundaciones pueden repetirse en una sola temporada de lluvias o en períodos de unos cuantos años o llegar en 50 o 100 años, pero llegarán, así que hay que estar preparados para que no vuelva a suceder ¡ooootra vez!

Autor: Rodrigo Diez de Sollano

Twitter: @DeSollano