Ser mujer, pobre y migrante es una de las condiciones de más alta vulnerabilidad en México y en otros países, solamente superada por el hecho de agregar que sea de origen indígena...
En la conmemoración (no la "celebración" como suele de decirse en los discursos el 8 de marzo de cada año) del Día Internacional de la Mujer, escribo este artículo en homenaje a las valientes mujeres migrantes en el mundo, pero en especial a las mexicanas en los Estados Unidos de América (EUA).
Georgina (nombre cambiado para proteger a la protagonista) es graduada universitaria con licenciatura en Trabajo Social, quien en su trabajo en México, además de encargarse del servicio social de l@s alumn@s de una escuela preparatoria dirigida por una orden religiosa, hacía algunos trabajos de comunicación social para una estación de radio de tipo religioso.
Ella fue despedida de su trabajo por cambios en la estructura del plan de estudios de la escuela donde trabajaba y después de buscar durante varios meses y encontrar algunas oportunidades con bajísimos sueldos que ni siquiera le alcanzaban para pagar la mensualidad de la casa que había comprado con un crédito del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (INFONAVIT), tuvo que tomar una decisión radical: emigrar a EUA para ganar más dinero y poder ahorrar para pagar su casa (para no perderla) y eventualmente regresar a México.
El apoyo de las redes familiares en EUA le permitió llegar hasta allá y encontrar rápidamente un trabajo, que aun cuando no es una labor en la que ponga en práctica su preparación profesional, porque trabaja lavando platos en un restaurante, (puesto que por cierto estaba vacante al no haber ciudadanos norteamericanos que aceptaran ese trabajo con el sueldo que tiene asignado). A pesar de todo, los ingresos que obtiene en EUA le permiten vivir allá y ahorrar lo suficiente para pagar el préstamo de su casa en México, a la cual piensa regresar en cuanto encuentre una oportunidad en México con mejores ingresos que le permitan solventar sus gastos. Mientras tanto, Georgina vive escondida todo el tiempo.
Dicho en resumen, si Georgina contara con documentos para permanecer y trabajar legalmente en EUA, sería una "ciudadana modelo" en aquel país, ya que trabaja como empleada eficiente, paga sus impuestos (y por cierto, no recibe directamente ningún servicio gubernamental), no comete delitos (no es asesina, ni violadora, ni traficante de drogas: Trump dixit), va a los servicios religiosos dominicales y hace trabajo voluntario para la iglesia a la que asiste. Pero sus posibilidades de obtener una "green card" para legalizar su situación, en este momento son nulas...
Ella mantiene contacto con sus amig@s en México a través de las redes sociales y comenta su nostalgia y sus deseos de regresar a su país pero al mismo tiempo expresa sus temores a ser deportada y ser agredida e incluso violada durante el proceso de deportación.
El caso de Georgina es uno entre millones de mexicanas que están viviendo y trabajando en EUA. La pregunta obligada es al gobierno de México y a los mexicanos que vivimos y trabajamos de este lado de la frontera:
¿Qué estamos haciendo para generar fuentes de trabajo para l@s mexican@s que se fueron a buscar mejores oportunidades en EUA?
¿Nuestra solidaridad se termina en la frase "Feliz Día de la Mujer? como si se tratara de celebrar un cumpleaños, cuando el objetivo es conmemorar (hacer memoría, recordar) la muerte de un grupo de trabajadoras textiles en Nueva York, (por cierto en su mayoría inmigrantes) y la lucha de muchas otras mujeres en diversos lugares del mundo, defendiendo sus derechos ante un trato injusto.
Recordar para que no se vuelva a repetir y que Georgina y a muchas otras mexicanas les sean respetados sus derechos y tengan oportunidades de trabajo con sueldos justos...
Autor: Rodrigo Diez de Sollano
Twitter: @DeSollano
Fuentes de Información:
Historia de "Georgina" por Georgina-En un lugar de EUA- marzo/2017
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