En el cuento del Aprendiz de Brujo (poema original de Goethe, convertido en un poema musical por Paul Dukas y en una película de dibujos animados por Walt Disney), el brujo-maestro encargó al aprendiz que sacara agua del pozo para limpiar los pisos mientras el maestro salía de la casa. El aprendiz de brujo tomó el libro de hechizos de su maestro y convirtió una escoba y una cubeta en sus ayudantes, que iban y venían sacando agua del pozo y llenando un gran recipiente, hasta que el aprendiz de brujo perdió el control y la escoba y la cubeta siguieron sacando agua inundando la casa. Cuando llegó el maestro retomó el control de la situación, deteniendo la inundación y regresando al aprendiz a sacar agua del pozo de la forma tradicional.
¡Las muy esperadas lluvias por fin llegaron a México! Y vinieron acompañadas de fuertes vientos y de intensas precipitaciones que convirtieron la esperanza y la alegría por la tan necesitada agua, en grandes y peligrosas inundaciones…
Pero el origen de las inundaciones no se debe solamente a la cantidad de agua que cae por metro cuadrado de superficie terrestre, sino también a otros factores tales como la cantidad de agua que se infiltra en la tierra (por ejemplo en parques y jardines) y el porcentaje del agua de lluvia que corre por la superficie. Además de esta última parte, cuánta se va a los drenajes pluviales o no pluviales, cuánta corre por las calles y finalmente que cantidad va a dar a algún cauce de río o de arroyo que la conduzca fuera de las zonas habitadas.
De lo anterior podemos darnos cuenta que buena parte del agua que causa inundaciones y destrozos, es debida a la acción de los seres humanos. Hemos construido casas y edificios en donde antes se infiltraba el agua de lluvia, hemos pavimentado calles en zonas de absorción de aguas pluviales, hemos convertido cauces de ríos y arroyos en avenidas y calles, hemos transformado ríos en drenajes, no sólo contaminando las aguas limpias, sino además provocando flujos de líquidos que superan la capacidad de desagüe de esos cauces, originando inundaciones con aguas contaminadas. En fin… ¡nos hemos comportado como el pequeño aprendiz de brujo!
El problema es que en la vida real no podemos llamar al maestro para detener las inundaciones y debemos encontrar soluciones por nosotros mismos.
A lo largo de la historia de México ha sido muy común que los ríos y arroyos que corrían por donde ahora son zonas habitadas se fueron contaminando, primero con unos cuantos drenajes, luego más y más, hasta que fue “más fácil” encerrar los flujos de aguas pluviales mezcladas con aguas negras en grandes colectores que conducen los drenajes hacia ríos que descargan finalmente en el mar, generalmente sin el tratamiento adecuado para reducir el impacto ambiental.
En lugar de construir tuberías exclusivas para drenaje de aguas negras nos fuimos por el camino “fácil” de utilizar los cauces (algunos aparentemente secos) y las corrientes de agua y así el problema se fue haciendo cada día más grande. En lugar de construir pequeñas plantas de tratamiento de aguas residuales cercanas a las zonas que las generan para reutilizar parte de las aguas tratadas para riego en las mismas zonas urbanas, preferimos construir grandes plantas de tratamiento.
Cubrimos los cauces de ríos y arroyos con cemento y encima construimos calles y avenidas, pero el agua “no se deja engañar” y reconoce sus antiguos caminos hacia el mar inundando las zonas que fueron invadidas por los seres humanos, cobrando cada año la factura de los errores cometidos por quienes “desarrollaron” y “urbanizaron” las áreas equivocadas.
En la búsqueda de soluciones se han explorado las opciones de “drenajes profundos” para arrojar el problema cada vez más adelante. Utilizando la solución del alcalde de Lagos, que según cuenta la leyenda mandó tapar un agujero en una calle del centro de la población, abriendo otro agujero junto al anterior para utilizar la tierra para taparlo, y así sucesivamente hasta que llegaron a la orilla de la zona urbana…
En mi opinión, parte de la solución es RECONSTRUIR el territorio hasta donde se posible, reconstruyendo los cauces de ríos y arroyos que permitan conducir el agua pluvial de manera segura a través de las poblaciones y creando embalses para el almacenamiento temporal del agua de lluvia que retengan el exceso mientras pasa la hora pico de precipitación pluvial. Complementando lo anterior con drenajes exclusivos para aguas negras y plantas de tratamiento “locales” que permitan reutilizar el agua en zonas cercanas.
Probablemente algunas personas dirán que esta solución es costosa e imposible de ponerla en práctica pero la alternativa del drenaje profundo es tan o más costosa y con mayor impacto ambiental. Además con cauces y embalses se puede crear una red de parques y ciclopistas que tendrán usos recreativos y ecológicos para beneficio de los habitantes de las zonas urbanas, tal como sucedió en el río Manzanares en Madrid, España y el río Cheonggyecheon en Seúl, Corea del Sur.
Ahora que van a empezar las campañas políticas para las elecciones de 2018, las(os) candidatas(os) podrían incluir en sus propuestas de gobierno, estas alternativas que de una vez por todas solucionen de fondo las inundaciones en zonas urbanas.
¡De otra forma estaremos cada año como el aprendiz de brujo!
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