Narra la historia de la profunda relación entre Mija, (una adolescente cuyos padres murieron y que vive con su abuelo en una granja en las montañas de Corea del Sur) y su mascota Okja, una enorme cerda genéticamente modificada, creada por una gran empresa multinacional.
Con imágenes muy descriptivas el director de la película hace burla de la forma en que se toman las decisiones en el consejo de administración de la gran empresa y de cómo sus decisiones afectan la vida de millones de personas, engañando y mintiendo a los consumidores quienes compran sus productos derivados de los cerdos sin saber que son genéticamente modificados, pero que son más baratos que la competencia.
La empresa incluyó en sus planes la distribución de decenas de cerditos a granjeros tradicionales en diversos países, para que después de algunos años pudiera realizar un concurso para seleccionar el mejor “supercerdo”, con una imagen de “tradicional”, “natural” y de respeto al medio ambiente. Pero no contaban con que Mija ama a su cerda y ¡no permitirá que la conviertan en tocino y en salchichas!
En el camino hacia el matadero de cerdos aparece una organización defensora de los animales, la cual no sale bien librada de la crítica del director de la película, describiendo a sus miembros en forma simpática pero despiadada y ridiculizando sus grandes planes para salvar al mundo de las empresas procesadoras de alimentos.
Tampoco Mija y su abuelo se salvan del bisturí del director, al darnos cuenta que ellos no son vegetarianos, puesto que comen pollo y pescado. Después del final feliz, sigue la secuela de los defensores de los animales en otra aventura para proteger al mundo…
En una entrevista al director de la película éste narra que ofreció el guion a varios productores de Hollywood, quienes condicionaron su apoyo al proyecto al cambio de varias escenas que critican el maltrato a los animales o ridiculizan algunos intereses económicos, por ello finalmente la película fue producida por Netflix y esto limita la proyección del filme porque en algunos países la ley prohíbe pasarla por la red si no ha sido previamente exhibida en las salas cinematográficas.
La película invita a la reflexión acerca de temas que normalmente no examinamos por ejemplo lo que comemos y del impacto ambiental de ello, del trato que damos a los animales y de la industria procesadora de alimentos y sus campañas comerciales.
Por otra parte nos muestra que ninguno de los personajes es “electropuro” es decir, todos tienen sus luces y sombras, sean las empresas o los(as) empresarios(as), los ecologistas, el abuelo granjero e incluso la propia heroína Mija.
Esto abre un camino de esperanza ante los dilemas de la ecología para el común de los seres humanos, quienes podemos intentar ser felices, sin ser perfectos…
Autor: Rodrigo Diez de Sollano
Twitter: @DeSollano
Fuentes de Información
The New York Times- 2017
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