miércoles, 17 de octubre de 2018

HAMBRE Y DESPERDICIO DE ALIMENTOS

Al conmemorar el 16 de octubre el Día Mundial de la Alimentación, la humanidad tiene un gran reto en relación con los alimentos: Lograr el #HambreCero.

El segundo de los Objetivos del Desarrollo Sostenible 2030 de las Naciones Unidas dice:
“Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible”

Estamos lejanos de esa meta ya que más de 820 millones de personas sufren hambre todos los días, especialmente los niños menores de 5 años y al mismo tiempo desperdiciamos la tercera parte de todos los alimentos que producimos en el mundo. Si pudiéramos recuperar esos alimentos desperdiciados, lograríamos alimentar quienes sufren hambre en todo el mundo.

México sigue la misma tendencia, de acuerdo con un reciente estudio del Banco Mundial el cual arroja la cifra del 34% de los alimentos desperdiciados. Esto debido a varias causas:

Mala planeación de las cosechas que provoca excedentes de mercado en ciertas épocas del año, que a su vez generan caídas de precios de tal magnitud que a los agricultores ya no les conviene levantar la cosecha, la cual se pudre en el campo.
Manejo inadecuado de los productos agropecuarios y pesqueros, aunado a que los agricultores no disponen de bodegas refrigeradas, lo que trae como consecuencia que parte del producto se echa perder.
Adicionalmente a lo anterior, en la mayoría de los casos los productores no disponen de plantas procesadoras de los excedentes para congelar, deshidratar, concentrar, envasar o fabricar derivados de los productos del campo o del mar, lo que les permitiría obtener mejores precios y no desperdiciar sus productos.
Transportes no refrigerados o inadecuados para mantener los productos en buen estado hasta llegar a los centros de distribución, especialmente en los casos que deben recorrer largas distancias para llegar al mercado.
No hay centrales de abasto en todas las ciudades importantes y muchas de las que existen no tienen instalaciones adecuadas para conservar los productos por largo tiempo.
Mala planeación de las compras por parte de los consumidores institucionales (hoteles, restaurantes, comedores industriales, etc,) lo que trae como consecuencias mal uso y desperdicio de alimentos.
Arrojar a la basura los alimentos procesados no utilizados, en lugar de donarlos a instituciones que pueden hacerlos llegar a personas que los necesitan urgentemente.
Mala planeación de las compras de alimentos para uso doméstico y la no-reutilización de los sobrantes que traen desperdicios a escala familiar.

Una ley que “prohíba el desperdicio” sería inútil ya que serían necesarios miles de vigilantes para asegurar el buen uso de los alimentos, lo cual seguramente el sería origen de corrupción. Es preferible impulsar capacitación de los productores para el buen manejo de sus productos y la creación de la infraestructura de procesamiento, almacenaje y transporte que hacen falta en todo el país.

Lo anterior requiere de la participación activa de los propios productores, pero también es indispensable que las instituciones de los tres órdenes de gobierno participen con programas de apoyo para dicha infraestructura, las instituciones financieras tanto gubernamentales como privadas con créditos adecuados y por supuesto el Congreso, específicamente los(as) diputados(as) ya que ellas(os) son quienes aprueban los presupuestos para los diversos programa de gobierno.

Finalmente, pero no menos importante, es la participación de las Organizaciones de la Sociedad Civil y de cada familia, tanto para impulsar el reciclaje de alimentos como para promover a la asignación de presupuestos gubernamentales.

¡Lograr #HambreCero es tarea de todos los habitantes de este planeta!

Autor: Rodrigo Diez de Sollano

Twitter: @DeSollano

Fuentes de Información:

www.bancomundial.org.datos
www.un.org
www.fao.org