martes, 22 de enero de 2019

¿CUÁNTOS LITROS DE GASOLINA VALE UNA VIDA HUMANA?

Desafortunadamente lo que escribí la semana pasada en relación al riesgo de explosión e incendio causados por el robo de combustible de los oleoductos de PEMEX se volvió una terrible realidad en Tlahuelilpan, estado de Hidalgo, originada por la inacción de las autoridades y la imprudencia de “huachicoleros” al pretender recoger combustible que se fugaba del ducto en una toma clandestina, provocando la muerte hasta este momento a más de 80 personas y decenas con quemaduras muy graves.

Antes de estos sucesos veíamos fotografías y videos de hombres, mujeres e incluso niños felices, celebrando haber obtenido algunos litros de gasolina que llevaban en bidones hacia sus vehículos. Posteriormente vemos rostros de dolor, tristeza y enojo, contra “quienes son responsables de este siniestro”. Es una tragedia horrible y acompaño en su pena a los parientes y amigos de las víctimas.

¿Pero, quienes son los responsables?

Durante muchos años hemos permitido que la corrupción penetre en la vida diaria de México. Esto implica entre otras cosas, que vemos como “normal” el robar combustible de PEMEX amparados en el argumento de que “el petróleo es nuestro”, o también justificando el delito porque “roban por necesidad” y/o simplemente porque pueden hacerlo sin tener consecuencias legales. El robo empieza en muy grande escala en las plataformas petroleras, luego en los buques-tanques, continuando en las refinerías hasta llegar a la pequeña escala (como el caso de Tlahuelilpan) pero repetida cientos de veces en todo el mapa del país por donde pasen los oleoductos.

En todo lo anterior hay una responsabilidad compartida entre gobernantes y ciudadanos. Por parte de los gobernantes al no actuar en contra de actos delictivos, permitiendo que la impunidad sea la regla bajo la cual vive la sociedad mexicana. Por parte de la ciudadanía por acción o por omisión al “ver, dejar hacer y dejar pasar” sin levantar la voz cuando era necesario.

Y peor todavía, mal educando a nuestros hijos(as) con el ejemplo del rompimiento de leyes y reglamentos cada vez que se puede… En este caso concreto hubo quienes llevaron a niños al lugar donde estaban extrayendo el combustible. Este es un mensaje (incluso sin palabras) hacia la niñez acerca de cómo actuar al tener acceso a los bienes de la nación o en general respecto de la honestidad y cómo se pone en práctica en la vida diaria.

Tanto el gobierno federal como el del estado de Hidalgo están dando respuesta a la emergencia. Pero además de las acciones inmediatas y de corto plazo se requieren acciones de carácter educativo de mediano y largo plazo para la formación de ciudadanos con valores en relación a la honestidad, el respeto de los derechos humanos, etc.

Por ejemplo:
Es necesario lanzar una campaña a nivel nacional, con el apoyo de los maestros(as), del sector privado y de los gobiernos federal, estatales y municipales, para crear conciencia acerca del respeto de las propiedades ajenas enfatizando en la honestidad como un valor fundamental para la convivencia pacífica. También (entre otras cosas) educar acerca de no hacer trampas en los exámenes y en los negocios, etc.

Se trata de cambiar en las mentes de los mexicanos la frase “el que no transa no avanza” por “el que hace trampa no avanza” para fomentar la puesta en práctica de la honestidad en la vida diaria.

Finalmente, pero no menos importante: Es indispensable hacer valer la ley de manera que todos(as) sepan que NO hay impunidad y que el incumplimiento de las leyes se paga con cárcel, con multas y con el repudio social.

En próximos artículos empezaré a “aterrizar” la forma y contenido de la campaña propuesta e invito a las(os) lectores a enviarme sus ideas para enriquecer el diseño de la misma.

Y así no intentaremos pagar con unos litros de gasolina, algo que NO tiene precio:
¡la vida humana!

Autor: Rodrigo Diez de Sollano

Twitter: @DeSollano

martes, 15 de enero de 2019

HUACHICOL: Breves lecciones de Civismo

¿Qué podemos aprender de esta crisis?

Al ver algunos de los videos en los que se pueden observar grupos numerosos de personas extrayendo combustible en bidones desde un ducto supuestamente de PEMEX, tal parece que nos encontramos en una fiesta popular, en plena “celebración”  del robo de los bienes de la nación.

En los videos aparecen todo tipo de vehículos improvisados como transportes de combustible, sin tomar en cuenta los riesgos para la propia vida de los ladrones de combustible y para las personas que los rodean. Y por supuesto no consideran importante el daño al medio ambiente por los derrames de combustibles y/o por los incendios y explosiones. 

Las acciones y estrategias puestas en práctica por el gobierno federal para detener los robos, tanto en gran escala dentro de las instalaciones de PEMEX causados por personal que controla los envíos de combustibles, como de pequeña escala a lo largo de los oleoductos; dichas acciones han provocado el rechazo de muchas personas porque originan el lento abastecimiento de combustibles, pero al mismo tiempo han generado apoyo de muchas(os) ciudadanas(os) comunes que están hartos de la corrupción. Por ejemplo: al mismo tiempo vemos compras de pánico que actitudes de auto-organización para formar las filas para comprar cantidades limitadas de gasolina. También vemos personas cediendo el turno en la fila a los vehículos de servicios de emergencia o a pequeños comerciantes que transportan mercancía perecedera.

México como país y c/u de los mexicanos somos responsables en menor o mayor grado de haber dejado crecer el cáncer de la corrupción y de su gemela la impunidad en muchas áreas de las actividades humanas, pero en este caso concreto en el sistema de producción, refinación, transporte, distribución y venta al menudeo de combustibles. En este momento el gobierno federal está atacando el extremo de la comercialización en la cadena de valor, pero falta descubrir la corrupción en el otro extremo, en las concesiones para exploración, explotación de pozos submarinos, uso de plataformas de extracción, etc. para saber a quienes se les concesionó y bajo que condiciones.

Estamos tan acostumbrados a la corrupción (la “hemos normalizado”) que cuando alguien tiene la osadía de romper “la normalidad” al perseguir el robo de combustibles, nos causa molestias, nos saca de nuestra zona de confort y en tal caso preferimos mejor criticar la estrategia que apoyar las acciones contra el robo y las quejas son por la “falta de planeación” solicitando al mismo tiempo información que pondría en riesgo la eficacia de las acciones judiciales y el “debido proceso”.

Desde luego que hace falta mejorar la comunicación a la ciudadanía acerca de las acciones y estrategias del gobierno federal, pero de esto a suspender la persecución de los ladrones de combustible, ¡hay una distancia enorme! Una de las cosas que podemos aprender como ciudadanos es poner en primer lugar el bien común y después nuestra comodidad y zona de confort.

Entre otras cosas, esta crisis ha puesto de manifiesto que le hemos dado prioridad al automóvil particular sin considerar otras alternativas que van desde el transporte público, los taxis y vehículos tipo Uber, hasta el automóvil compartido, el uso de las bicicletas públicas y desde luego, ¡caminar!

También ha servido para popularizar la idea de sustituir los vehículos de gasolina o diésel por otros con motores eléctricos e incluso con electricidad generada por energía solar, que ya aparecen en el mercado.

Es indispensable reforzar la educación cívica para formar valores desde la edad escolar y contribuir a que esos niños y jóvenes no se conviertan en aves de rapiña cada vez que se presente la oportunidad.

Finalmente, para la administración federal es muy importante valorar el poder de los involucrados en el negocio del huachicol, porque los enemigos están afuera y adentro del aparato gubernamental, y “con estos amigos, no necesitan enemigos”.

Autor: Rodrigo Diez de Sollano

Twitter: @DeSollano

martes, 8 de enero de 2019

ROBO DE COMBUSTIBLES: CORRUPCIÓN PÚBLICA Y PRIVADA

Las recientes acciones del gobierno federal en relación con el control del robo de combustibles, con la participación de las fuerzas armadas para vigilar áreas estratégicas de PEMEX, han hecho pública la corrupción no sólo en PEMEX, pero también de una parte de la sociedad civil en el sector de distribución y venta de combustible.
Es decir, estamos hablando de corrupción con responsabilidad compartida entre funcionarios del gobierno, empresarios y personas de la sociedad civil. Unos por vender y otros por transportar y/o comprar gasolina y diésel robado, pero al final todos los participantes en esa red son co-responsables del robo.
Qué bien que el gobierno federal tuvo el valor suficiente para enfrentar a fuerzas muy poderosas, dentro y fuera de PEMEX. Es muy importante que hayan cortado un gran porcentaje de esa red de corrupción. Ahora falta otro paso fundamental, que es detener y castigar a todos los culpables porque de no aplicarse la ley, la impunidad invitará a seguir cometiendo delitos porque no hay consecuencias para los delincuentes. Aparentemente, hasta hoy sólo hay tres detenidos, pero un robo a tan grande escala y durante tanto tiempo, debe tener muchos cómplices…
Las(os) ciudadanos(as) debemos insistir a las autoridades que no se queden a la mitad del camino, sabiendo que hay personas muy poderosas que forman parte de esa red de corrupción e impunidad que cobija el robo de combustibles, el transporte, el almacenaje, la distribución y venta al consumidor final.
Acción muy importante para acabar con la impunidad sería la aplicación de la extinción de dominio sobre las propiedades de quienes resulten responsables, de tal manera que se repare por lo menos una parte del daño causado a la Nación.
Independientemente de nuestras preferencias políticas y económicas o de que hayamos votado en contra o a favor de AMLO y/o de los errores en el suministro de combustibles en la región Centro-Occidente del país, podemos reconocer que este es un golpe muy importante en contra de la corrupción y la impunidad.
Ahora los(as) ciudadanos(s) debemos exigir que las autoridades judiciales lleguen hasta el fondo de este asunto, sin hacer excepciones de personas, de cargos públicos o privados, posición social, económica o política…

Autor: Rodrigo Diez de Sollano

Twitter: @DeSollano