sábado, 12 de septiembre de 2015

MIGRANTES: UN ASUNTO DE TODOS

Son visibles en las calles y en las redes sociales, aunque a veces nos esforzamos por no verlos... Los vemos en todas partes aunque a veces prefieren esconderse ante los peligros que les asechan...

Los migrantes son omnipresentes en las calles de nuestras ciudades y pueblos, a lo largo de las vías del ferrocarril, en los cruces de caminos y en las redes sociales, especialmente en casos tan trágicos como los ahogados en el mar Mediterráneo.

Sus orígenes son distintos países y regiones, pero tienen un objetivo común: buscan una vida mejor para ellos(as) y sus familias. Vienen de El Salvador, de Honduras, de Guatemala, del sur de México, pero también de países lejanos como Siria, Afganistán, Iraq, Pakistán, el África Subsahariana y un largo etc. de lugares azotados por la guerra, la inseguridad, la violencia, la falta de trabajo, el hambre, las enfermedades y otros males, que a sus ojos son peores riesgos para sus familias que los peligros de cruzar fronteras vigiladas por guardias insensibles, en las que los gobiernos han construido muros, alambras de púas, cercas electrificadas, etc. Prefieren afrontar los caminos plagados de riesgos ya sea por mar o por tierra, amenazados por maleantes, que esperar sin esperanza, la muerte en sus lugares de origen.

Como si todo lo anterior fuera poco, al llegar a otros países en donde esperan encontrar apoyo humanitario para rehacer sus vidas, se encuentran con el rechazo y el desprecio, no sólo de los gobiernos sino también de los ciudadanos comunes y corrientes quienes los califican de delincuentes, violadores, asesinos, ladrones, etc., que vienen a quitarles los trabajos a los ciudadanos "decentes" o amenazan nuestra forma de vida, cultura o religión.

Un caso muy importante es el de los migrantes internos en México, quienes son trabajadores temporales en la siembra y/o cosecha de hortalizas, frutas, caña de azúcar, etc. Generalmente provienen del sur de México (estados de Chiapas, Oaxaca, Guerrero) y van de una región a otra a lo largo y ancho de México, cambiando de cultivo en cada temporada. En algunos casos se establecen en forma semipermanente en donde hay cultivos en invernaderos. Pero el hecho de ser mexicanos no los salva de los malos tratos, abusos, discriminación racial, etc., por parte de sus propios connacionales. Viviendo en condiciones insalubres y en algunos casos utilizando la mano de obra barata de los niños hijos de los trabajadores migratorios.

Ante este panorama tan desalentador surge la pregunta: ¿En manos de quién está la solución? La respuesta no es fácil porque no es solamente responsabilidad de la ONU o de los gobiernos de los países ricos, o de los países que venden armas para las guerras fratricidas o suministran armamento a los delincuentes. No es sólo de los gobiernos de los países que están en paz relativa y pueden dar asilo a estos refugiados. La solución tampoco está solamente en manos de los ciudadanos de a pie o de los funcionarios públicos.

La SOLUCIÓN A LA PROBLEMÁTICA DE LOS MIGRANTES ES UN ASUNTO DE TODOS. Todos y cada uno podemos poner nuestro grano de arena porque este es un problema con múltiples orígenes, con gran cantidad de intereses ocultos, con millones de personas afectadas, que requiere de la acción global de la humanidad.

La solución "fácil y rápida" es simplemente no dejarlos pasar, utilizando toda clase de controles administrativos o físicos (como las alambradas de púas) y dejar el problema en el país vecino, incluso "pedir la colaboración" de las autoridades de ese país para que detengan en su territorio a los migrantes y de ser posible los regrese a su lugar de origen. Muchos centroamericanos han sufrido en carne propia esta "colaboración" de algunas autoridades mexicanas.

Soluciones más humanitarias e imaginativas son las que han puesto en práctica "Las Patronas" al paso del ferrocarril llamado "La Bestia", cargado de migrantes que viajan en los techos de los vagones de carga con la esperanza de llegar a la frontera de Estados Unidos de América. "Las Patronas" preparan y entregan comida a miles de migrantes al paso del ferrocarril.

Otros, como la organización FM4 apoyan con comedores y lugares de descanso para los migrantes, quienes pueden reponer fuerzas para continuar en su camino hacia el sueño americano.

En algunos países de Europa hay franca colaboración de la sociedad civil que se ha organizado para la recepción de refugiados, aun sin contar con la colaboración o aprobación de su gobierno. En otros países (caso de Alemania) la participación del gobierno federal es plena, mientras que en otros países se niegan terminantemente a aceptar o ayudar a los refugiados.

La colaboración de las iglesias ha sido muy variable, desde casos de sacerdotes tan comprometidos con Alejandro Solalinde, hasta declaraciones bastantes tibias de jerarcas religiosos, sin comprometerse en el apoyo a peregrinos en tierra ajena.

Llegando al nivel personal, la solución "fácil" es decir "no es mi problema", "esto lo tiene que resolver el gobierno", "que se vayan a su lugar de origen", etc. La realidad es que los migrantes justamente eso desean: regresar a su país y a su casa, pero las circunstancias allá son tales, que regresar implica prácticamente la condena de muerte para ellos(as) y sus familias.

La mínima solidaridad humana nos llama a ofrecer apoyo a los desamparados, así como desearíamos ser tratados cuando estuviéramos en circunstancias similares. Una simple sonrisa, una comida caliente, una ropa limpia, un abrigo o sueter, un lugar donde guarecerse de la lluvia y del frío, etc. son unos cuantos ejemplos al alcance de los(as) ciudadanos(as) comunes, independientemente de lo que hagan o dejen de hacer las autoridades.

Por parte de los gobernantes se requieren acciones positivas para facilitar el paso de los migrantes hacia países que les den asilo. También son necesarias leyes que protejan a los refugiados y les den oportunidad de iniciar una nueva vida en el país que los recibe. Y sobre todo, no criminalizarlos, no tratarlos con delincuentes, cuando son solamente personas que buscan trabajar honradamente para tener una vida mejor.

Por parte de las iglesias se requiere una actitud proactiva de sus jerarquías y del clero en general para impulsar a los fieles a dar un trato digno a los migrantes y crear y sostener refugios temporales para ellos.

En conclusión: LOS MIGRANTES SON UN ASUNTO DE TODOS.



AUTOR: Rodrigo Diez de Sollano

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